La independencia en la producción de chips parece ser el camino mejor abonado por parte de la gigante tecnológica americana
El mundo entero vive uno de los peores instantes en cuanto a la producción de procesadores en todas sus presentaciones. Eso deriva en un alza significativo de sus componentes y de acuerdo a la demanda en una elevación significativa de los precios al consumidor. Sin embargo, nada es tan crudo como el simple hecho que las gigantes referencias en este entorno tengan que depender de externos para poder cumplir con sus compromisos, como lo hace a día de hoy Intel.
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Por eso en su última exposición han determinado que la mejor fórmula para prevenir y dedicar esfuerzos en mejorar el sistema productivo, es abrir una nueva planta que esta vez será construida fuera de los estados habituales, en Ohio. Su nombre será New Albany y albergará en un comienzo una extensión territorial de unos 4 kilómetros cuadrados. Eso en cuanto a su fase inicial, pues más adelante viene la expansión, que se ha marcado por suplicar el escenario, hasta los 8 kilómetros.
La idea es fundamentar el espacio para remarcarlo como Silicon Heartland, que es el corazón de silicio, elemento fundamental en la construcción de estos procesadores. Al tiempo buscan con ello recuperar terreno y abarcar nuevos modelos de negocio con otras compañías líderes en ese escenario, tras la pérdida de algunos aliados como Apple, y tras el fuerte impulso de competencia que ha querido implementar AMD con su nueva gama tan competitiva y efectiva como pocas.
La elección del sitio y la inversión terminan de complementar la información gruesa
Ahora bien, para los expertos ha resultado bastante curioso ver de qué manera Intel ha expuesto Ohio como el estado de elección para esta nueva idea. Y la respuesta es muy sencilla, lo ha hecho porque las restricciones regulatorias son muy flexibles. Lo que significa que van a estar por primera vez fuera de: Oregon, New Mexico y Arizona, los estados elegidos desde que son la compañía líder en la creación, proliferación y exportación de este material en el mercado tecnológico.
En total se habla de una inversión de 20.000 millones de dólares iniciales (17.600 millones de euros), que se podrán estirar como es de esperarse hasta los 100.000 millones de acá a una década de producción. Eso sin contar las alianzas que pretenden ejecutar con universidades, buscando que la capacitación sea cada vez mayor y traiga respuestas afinadas a la idea.
